Y os creamos. Luego, os formamos. Luego dijimos a los ángeles: «¡Prosternaos
ante Adán!» Se prosternaron, excepto Iblis. No fue de los que se prosternaron.
Dijo: «¿Qué es lo que te ha impedido prosternarte cuando Yo te lo he ordenado?»
Dijo: «Es que soy mejor que él. A mí me creaste de fuego, mientras que a él le
creaste de arcilla».
Pero el Demonio les insinuó el mal, mostrándoles su escondida desnudez, y dijo:
«Vuestro Señor no os ha prohibido acercaros a este árbol sino por temor de que
os convirtáis en ángeles u os hagáis inmortales».
Les hizo, pues, caer dolosamente. Y cuando hubieron gustado ambos del árbol, se
les reveló su desnudez y comenzaron a cubrirse con hojas del Jardín. Su Señor
les llamó: «¿No os había prohibido ese árbol y dicho que el Demonio era para
vosotros un enemigo declarado?»
¡Hijos de Adán! Hemos hecho bajar para vosotros una vestidura para cubrir
vuestra desnudez y para ornato. Pero la vestidura del temor de Alá, ésa es
mejor. Ése es uno de los signos de Alá. Quizás, así, se dejen amonestar.
¡Hijos de Adán! Que el Demonio no os tiente, como cuando sacó a vuestros padres
del Jardín, despojándoles de su vestidura para mostrarles su desnudez. Él y su
hueste os ven desde donde vosotros no les veis. A los que no creen les hemos
dado los demonios como amigos.
Cuando cometen una deshonestidad, dicen: «Encontramos a nuestros padres haciendo
lo mismo y Alá nos lo ha ordenado». Di: «Ciertamente, Alá no ordena la
deshonestidad. ¿Decís contra Alá lo que no sabéis?»
Ha dirigido a unos, pero otros han merecido extraviarse. Éstos han tomado como
amigos a los demonios, en lugar de tomar a Alá, y creen ser bien dirigidos.
Di: «,Quién ha prohibido los adornos que Alá ha producido para Sus siervos y las
cosas buenas de que os ha proveído?» Di: «Esto es para los creyentes mientras
vivan la vida de acá, pero, en particular, para el día de la Resurrección». Así
es como explicamos con detalle las aleyas a gente que sabe.
Di: «Mi Señor prohíbe sólo las deshonestidades, tanto las públicas como las
ocultas, el pecado, la opresión injusta, que asociéis a Alá algo a lo que Él no
ha conferido autoridad y que digáis contra Alá lo que no sabéis».
¡Hijos de Adán! Si vienen a vosotros enviados salidos de vosotros contándoos Mis
signos, quienes temen a Alá y se enmiendan no tienen que temer y no estarán
tristes.
¿Hay alguien que sea más impío que quien inventa una mentira contra Alá o niega
Sus signos? Ésos tendrán la suerte a que han sido destinados. Cuando, al fin,
Nuestros enviados vengan a ellos para llamarles, dirán: «¿Dónde está lo que
invocabais en lugar de invocar a Alá?» Ellos dirán: «¡Nos han abandonado!»
Entonces, atestiguarán contra sí mismos su incredulidad.
Dirá «¡Entrad en el Fuego a reuniros con las comunidades de genios y hombres que
os han precedido!» Siempre que una comunidad entra, maldice a su hermana.
Cuando, al fin, se encuentren allí todas, la última en llegar dirá de la
primera: «¡Señor! Éstos son quienes nos extraviaron. Dóblales, pues, el castigo
del Fuego». Dirá: «Todos reciben el doble. Pero vosotros no sabéis».
A quienes hayan desmentido Nuestros signos y se hayan apartado altivamente de
ellos, no se les abrirán las puertas del cielo ni entrarán en el Jardín hasta
que entre un camello en el ojo de una aguja. Así retribuiremos a los pecadores.
Extirparemos el rencor que quede en sus pechos. Fluirán arroyos a sus pies.
Dirán: «¡Alabado sea Alá, Que nos ha dirigido acá! No habríamos sido bien
dirigidos si no nos hubiera dirigido Alá. Los enviados de nuestro Señor bien que
trajeron la Verdad». Y se les llamará: «Éste es el Jardín. Lo habéis heredado en
premio a vuestras obras».
Los moradores del Jardín llamarán a los moradores del Fuego: «Hemos encontrado
que era verdad lo que nuestro Señor nos había prometido. Y vosotros, ¿ habéis
encontrado si era verdad lo que vuestro Señor os había prometido?» «¡Si!»,
dirán. Entonces, un voceador pregonará entre ellos: «¡Que la maldición de Alá
caiga sobre los impíos.
Hay entre los dos un velo. En los lugares elevados habrá hombres que reconocerán
a todos por sus rasgos distintivos y que llamarán a los moradores del Jardín:
«¡Paz sobre vosotros!» No entrarán en él, por mucho que lo deseen.
Y los moradores de los lugares elevados llamarán a hombres que reconozcan por
sus rasgos distintivos. Dirán: «Lo que habéis acumulado y vuestra altivez no os
han servido de nada.
Los moradores del Fuego gritarán a los moradores del Jardín: «¡Derramad sobre
nosotros algo de agua o algo de lo que Alá os ha proveído!» Dirán: «Alá ha
prohibido ambas cosas a los infieles,
que tomaron su religión a distracción y juego, a quienes la vida de acá engañó».
Hoy les olvidaremos, como ellos olvidaron que les llegaría este día y negaron
Nuestros signos.
¿Esperan otra cosa que su cumplimiento? El día que se cumpla, los que antes la
olvidaron dirán: «Los enviados de nuestro Señor bien que trajeron la Verdad
¿Tenemos ahora intercesores que intercedan por nosotros o se nos podría devolver
y obraríamos de modo diferente al que obramos?» Se han perdido a sí mismos y se
han esfumado sus invenciones.
Vuestro Señor es Alá, Que ha creado los cielos y la tierra en seis días. Luego,
se ha instalado en el Trono. Cubre el día con la noche, que le sigue
rápidamente. Y el sol, la luna y las estrellas, sujetos por Su orden. ¿No son
Suyas la creación y la orden? ¡Bendito sea Alá, Señor del universo!
Es Él quien envía los vientos como nuncios que preceden a Su misericordia.
Cuando están cargados de nubes pesadas, las empujamos a un país muerto y hacemos
que llueva en él y que salgan, gracias al agua, frutos de todas clases. Así
haremos salir a los muertos. Quizás así, os dejéis amonestar.
La vegetación de un país bueno sale con la ayuda de su Señor, mientras que de un
país malo sale pero escasa. Así explicamos los signos a gente que agradece.
¿Os maravilláis de que os haya llegado una amonestación de vuestro Señor, por
medio de un hombre salido de vosotros, para advertiros y para que temáis a Alá
y, quizás, así, se os tenga piedad?»
Pero le desmintieron. Así, pues, les salvamos, a él y a quienes estaban con él
en la nave, y anegamos a quienes habían desmentido Nuestros signos. Eran, en
verdad, un pueblo ciego.
¿Os maravilláis de que os haya llegado una amonestación de vuestro Señor por
medio de un hombre salido de vosotros para advertiros? Y recordad cuando os hizo
sucesores después del pueblo de Noé y os hizo corpulentos. ¡Recordad, pues, los
beneficios de Alá! Quizás, así, prosperéis».
Dijeron: «¿Has venido a nosotros para que sirvamos a Alá Solo y renunciemos a
aquéllos que nuestros padres servían? Tráenos, pues, aquello con que nos
amenazas, si es verdad lo que dices».
Dijo: «¡Que la indignación y la ira de vuestro Señor caigan sobre vosotros!
¿Disputaréis conmigo sobre los nombres que habéis puesto, vosotros y vuestros
padres? Alá no les ha conferido ninguna autoridad. ¡Y esperad! Yo también soy de
los que esperan».
Así, pues, salvamos a él y a los que con él estaban por una misericordia venida
de Nosotros. Y extirpamos a quienes habían desmentido Nuestros signos y no eran
creyentes.
Y a los tamudeos su hermano Salih. Dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a
ningún otro dios que a Él. Os ha venido de vuestro Señor una prueba: es la
camella de Alá, que será signo para vosotros, ¡Dejadla que pazca en la tierra de
Alá y no le hagáis mal! Si no, os alcanzará un castigo doloroso.
Recordad cuando os hizo sucesores, después de los aditas y os estableció en la
tierra. Edificasteis palacios en las llanuras y excavasteis casas en las
montañas. Recordad los beneficios de Alá y no obréis mal en la tierra
corrompiendo».
Los dignatarios de su pueblo, altivos, dijeron a los débiles que habían creído:
«¿Sabéis si Salih ha sido enviado por su Señor?». Dijeron: «Creemos en el
mensaje que se le ha confiado».
Y desjarretaron la camella e infringieron la orden de su Señor, diciendo:
«¡Salih! ¡Tráenos aquello con que nos amenazas, si de verdad eres de los
enviados!»
Y a los madianitas su hermano Suayb. Dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a
ningún otro dios que a Él. Os ha venido, de vuestro Señor, una prueba. ¡Dad la
medida y el peso justos, no defraudéis a los hombres en sus bienes! ¡No
corrompáis en la tierra después de reformada! Eso es mejor para vosotros, si es
que sois creyentes.
No acechéis en cada vía a quienes creen en Él, amenazándoles y desviándoles del
camino de Alá, deseando que sea tortuoso. Y recordad, cuando erais pocos y Él os
multiplicó. ¡Y mirad cómo terminaron los corruptores!
Y si algunos de vosotros creen en el mensaje que se me ha confiado y otros no,
tened paciencia hasta que Alá decida entre nosotros. Él es el Mejor en decidir».
Los dignatarios del pueblo, altivos, dijeron: «Hemos de expulsarte de nuestra
ciudad, Suayb, y a los que contigo han creído, a menos que volváis a nuestra
religión». Suayb dijo: «¿Aun si no nos gusta?
Inventaríamos una mentira contra Alá si volviéramos a vuestra religión después
de habernos salvado Alá de ella. No podemos volver a ella, a menos que Alá
nuestro Señor lo quiera. Nuestro Señor lo abarca todo en Su ciencia. ¡Confiamos
en Alá! ¡Señor, falla según Justicia entre nosotros y nuestro pueblo! Tú eres
Quien mejor falla».
Se alejó de ellos, diciendo: «¡Pueblo! Os he comunicado los mensajes de mi Señor
y os he aconsejado bien. ¿Cómo voy a sentirlo ahora por gente infiel?»
y que no cambiáramos, a continuación, el mal por el bien hasta que olvidaran lo
ocurrido y dijeran: «La desgracia y la dicha alcanzaron también a nuestros
padres». Entonces, nos apoderábamos de ellos por sorpresa sin que se
apercibieran.
Si los habitantes de las ciudades hubieran creído y temido a Alá, habríamos
derramado sobre ellos bendiciones del cielo y de la tierra, pero desmintieron y
nos apoderamos de ellos por lo que habían cometido.
¿No hemos indicado a los que han heredado la tierra después de sus anteriores
ocupantes que, si Nosotros quisiéramos. les afligiríamos por sus pecados,
sellando sus corazones de modo que no pudieran oír?
Ésas son las ciudades de las que te hemos contado algunas cosas. Vinieron a
ellas sus enviados con las pruebas claras, pero no estaban para creer en lo que
antes habían desmentido. Así sella Alá los corazones de los infieles.
Luego, después de ellos, enviamos a Moisés con Nuestros signos a Faraón y a sus
dignatarios, pero fueron injustos con ellos. ¡Y mira cómo terminaron los
corruptores!