¡Gloria a Quien hizo viajar a Su Siervo de noche, desde la Mezquita Sagrada a la
Mezquita Lejana, cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de
Nuestros signos! Él es Quien todo lo oye, todo lo ve.
Cuando, de las dos amenazas, se cumpla la primera, suscitaremos contra vosotros
a siervos Nuestros, dotados de gran valor y penetrarán en el interior de las
casas. Amenaza que se cumplirá».
El bien o mal que hagáis redundará en provecho o detrimento vuestro. «Cuando se
cumpla la última amenaza, os afligirán y entrarán en el Templo como entraron una
vez primera y exterminarán todo aquello de que se apoderen».
Hemos hecho de la noche y del día dos signos. Hemos apagado el signo de la noche
y hecho visible el signo del día, para que busquéis favor de vuestro Señor y
sepáis el número de años y el cómputo: todo lo hemos explicado detalladamente.
Quien sigue la vía recta la sigue, en realidad, en provecho propio, y quien se
extravía, se extravía, en realidad, en detrimento propio. Nadie cargará con la
carga ajena. Nunca hemos castigado sin haber mandado antes a un enviado.
Cuando queremos destruir una ciudad, ordenamos a sus ricos y ellos se entregan
en ella a la iniquidad. Entonces, la sentencia contra ella se cumple y la
aniquilamos.
¡A cuántas generaciones hemos hecho perecer después de Noé! Tu Señor está
suficientemente informado de los pecados de Sus siervos, los ve suficiente
mente.
Si alguien desea la vida fugaz, Nosotros nos apresuraremos a darle en ella lo
que queremos -y a quien queremos. Luego, le destinamos la gehena, donde arderá
denigrado, desechado.
Tu Señor ha decretado que no debéis servir sino a Él y que debéis ser buenos con
vuestros padres. Si uno de ellos o ambos envejecen en tu casa, no les digas:
«¡Uf!» y trates con antipatía, sino sé cariñoso con ellos.
No matéis a nadie que Dios haya prohibido, sino con justo motivo. Si se mata a
alguien sin razón, damos autoridad a su pariente próximo, pero que éste no se
exceda en la venganza. Se le auxiliará.
Esto forma parte de la sabiduría que tu Señor te ha inspirado. No pongas junto
con Alá a otro dios; si no, serás precipitado en la gehena, censurado,
desechado.
Le glorifican los siete cielos, la tierra y sus habitantes. No hay nada que no
celebre Sus alabanzas, pero no comprendéis su glorificación. Él es benigno,
indulgente.
Nosotros sabemos bien lo que escuchan cuando te escuchan o cuando están en
conciliábulos, cuando dicen los impíos: «No seguís sino a un hombre hechizado».
o cualquier sustancia que imaginéis difícil...» Dirán: «¿Y quién nos volverá!»
Di: «Quien os creó una vez primera». Y, sacudiendo la cabeza hacia ti, dirán:
«¿Cuándo?» Di: «Tal vez pronto».
Di a Mis siervos que hablen de la mejor manera que puedan. El Demonio siembra la
discordia entre ellos. El Demonio es para el hombre un enemigo declarado.
Los mismos a quienes invocan buscan el medio de acercarse a su Señor. Esperan en
Su misericordia y temen Su castigo. El castigo de tu Señor es temible.
No Nos ha impedido obrar milagros sino que los antiguos los desmintieran. Dimos
la camella a los tamudeos como milagro palpable, pero obraron impíamente con
ella. No obramos los milagros sino para atemorizar.
Y cuando te dijimos: «Tu Señor cerca a los hombres». No hicimos del sueño que te
mostramos y del árbol maldito mencionado en el Corán sino tentación para los
hombres. Cuanto más les amedrentamos, más aumenta su rebeldía.
Y cuando dijimos a los ángeles: «¡Prosternaos ante Adán!». Se prosternaron,
excepto Iblis, que dijo: «¿Voy a prosternarme ante quien has creado de arcilla?»
Dijo: «¿Qué Te parece? Éste es aquél a quien has honrado más que a mí. Si me
remites hasta el día de la Resurrección, dominaré a todos sus descendientes,
salvo a unos pocos».
¡Ahuyenta con tu voz a todos los que puedas! ¡Atácales con tu caballería y con
tu infantería! ¡Asóciate a ellos en la hacienda y en los hijos! ¡Promételes!».
Pero el Demonio no les promete sino falacia.
Si sufrís una desgracia en el mar, los que invocáis se esfuman, Él no. Pero, en
cuanto os salva llevándoos a tierra firme, os apartáis. El hombre es muy
desagradecido.
¿O estáis a salvo de que lo repita una segunda vez, enviando contra vosotros un
viento huracanado y anegándoos por haber sido desagradecidos? No encontraríais a
nadie que, en vuestro favor, Nos demandara por ello.
Hemos honrado a los hijos de Adán. Los hemos llevado por tierra y por mar, les
hemos proveído de cosas buenas y los hemos preferido marcadamente a muchas otras
criaturas.
El día que llamemos a todos los hombres con su Libro, aquéllos a quienes se dé
su Escritura en la diestra, ésos leerán su Escritura y no serán tratados
injustamente en lo más mínimo.
En verdad, casi han conseguido desviarte de lo que te habíamos revelado, con
objeto de que inventaras contra Nosotros otra cosa. Te habrían tomado como
amigo.
En verdad, casi te incitaron a huir del país con objeto de hacerte salir de él
-en ese caso no se habrían quedado en él después de ti sino por poco tiempo-,
o que tengas una casa suntuosa, o te eleves en el aire. Pero tampoco vamos a
creer en tu elevación mientras no nos hagas bajar una Escritura que podamos
leer». Di: «¡Gloria a mi Señor! ¿Y qué soy yo sino un mortal, un enviado?»
Aquél a quien Alá dirige está bien dirigido. Pero no encontrarás amigos, fuera
de Él, para aquéllos a quienes Él extravía. Les congregaremos el día de la
Resurrección boca abajo, ciegos, mudos, sordos. Tendrán la gehena por morada.
Siempre que el fuego vaya a apagarse, se lo atizaremos.
Ésa será su retribución por no haber creído en Nuestros signos y por haber
dicho: «Cuando seamos huesos y polvo, ¿es verdad que se nos resucitará a una
nueva creación?»
¿Es que no ven que Alá, Que ha creado los cielos y la tierra, es capaz de crear
semejantes a ellos? Les ha señalado un plazo indubitable, pero los impíos no
quieren sino ser infieles.
Dimos a Moisés nueve signos claros. Pregunta a los Hijos de Israel qué pasó,
cuando vino a ellos y Faraón le dijo: «¡Moisés! ¡Yo creo, sí, que estás
hechizado!»
Dijo: «Tú sabes bien que sólo el Señor de los cielos y de la tierra ha hecho
bajar éstos como pruebas evidentes. ¡Yo creo, Faraón, sí, que estás perdido!»,
Di: «¡Invocad a 'Alá' o invocad al 'Compasivo'! Como quiera que invoquéis, Él
posee los nombres más bellos». No hagas la azalá en voz demasiado alta, ni
demasiado baja, sino con voz moderada.